De: sensei_sho (Mensaje original) Enviado: 26/12/2005 07:15 p.m.
Los primeros orígenes en Japón sobre el espionaje ó Cho-Ho se remontan al siglo VII (periodo Asuka), cuando el príncipe Shotoku Taishi (574-622 d.c.) venció a Moriya en una guerra por conseguir las tierras de Omi.
La victoria del príncipe Shotoku fue exitosa gracias a la reunión de una valiosa información enemiga que consiguió de uno de sus guerreros, llamado Otomo No Sajin.
Debido a la magnifica acción de Otomo, el príncipe Shotoku en agradecimiento le otorgó el título de “Shinobi”, que significa “espía”, “el que entra desapercibido” ó “el que actúa en secreto”. Es por ello que es muy común el termino Shinobi en algunos clanes Ninjas elitistamente entrenados en técnicas de espionaje.
El príncipe Shotoku es considerado el primer gobernante japonés que utilizó los servicios de los espías para mejorar notablemente sus decisiones y usar los medios más idóneos y adecuados en sus objetivos políticos, civiles y militares, investigando y reuniendo información sobre sus enemigos con objeto de debilitarlos y conocer sus intenciones, estrategias, recursos, potencia militar, etc; así también, como usarlo con la idea de conocer la verdad entre dos partes en conflicto.
El libro del Gran General Chino Sun Tzu denominado “Sonshi” ó “El Arte de la Guerra” que data del 500 al 300 a.c. fue introducido en Japón por el mismo príncipe Shotoku, el cual lo tomo en uso; al igual, las técnicas de inteligencia militar fueron considerablemente influenciadas también por consejeros de espionaje chinos.
Formación de los Ryus Ninjas: Desde el periodo Heihan (794-1185) grupos de militares chinos (con conocimientos marciales, estratégicos y taoístas) huyeron del derrumbamiento de la dinastía T´ang en China (hacia el año 900 a.c.) a la caída de los reinos continentales, donde prestaban servicio generales y jefes militares, estos fueron perseguidos hasta las islas japonesas, donde encontraron refugio.
Las enseñanzas de éstos refugiados se mezclaron con la de Samuráis (vasallos) y Bushis (guerreros) que también huyeron a las lejanas provincias de Iga y Koga (en la isla principal de Honshu) para establecerse allí y vivir como granjeros en circunstancias minoritarias debido a la perdida de su Daimyo en batalla ó por otras diversas causas.
Entre éstos grupos que vivían fuera de la sociedad en los montes se encontraban también los Yama-bushis y Shugen-jas (monjes guerreros y místicos de las montañas) y los Sennin y Gyoja (ermitaños), los cuales todos ellos poseían unos conocimientos místicos derivados del saber esotérico de la India y el Tibet que heredaron de los monjes chinos que habitaban en los bosques y cuevas de la península de Kii desde el año 1024 a.c.
Las enseñanzas de estos grupos que convivían en las montañas (refugiados militares chinos, monjes, ermitaños y guerreros) se mezclaron y fue de ahí como comenzó a tomar forma el arte del Ninjutsu en sus aisladas villas, formándose de este modo cerca de setenta ryus Ninjas (siendo las mas famosas las de Iga y Koga) con habilidades y técnicas especificas de espionaje y combate (armado y desarmado). Entre ellos, hubieron algunos Ninjas expertos en espionaje que comenzaron a vender sus servicios y habilidades a los Daimyos.
Los Ninjas, se constituyeron como un grupo de personas particulares, fieles solo a sus jefes directos y cuyas habilidades eran el resultado de un acondicionamiento físico y mental iniciado en la infancia y proseguido durante toda la vida; gracias a estas habilidades adquirieron gran fama y fueron realmente temidos por los Samurais, hasta el punto que se les atribuían poderes sobrenaturales, cosa que era en formas alguna cierta.
Los Servicios Ninjas a los Shogunes: Durante el periodo Azuchi – Momoyama (1573-1603) se produjo la unificación del Japón a cargo de Oda Nobunaga y uno de sus mejores generales Toyotomi Hideyoshi, la utilización de servicios Ninjas en sus filas garantizó las victorias para que Nobunaga ascendiera al poder. Como era común y de esperar, las tácticas de infiltración y las expandidas redes de información y contraespionaje dieron la ventajosa ayuda en los momentos críticos de las batallas.
Las eficaces técnicas Ninjas fueron tan sorprendentes que Nobunaga llegó a temer una rebelión de los clanes Ninjas contra su poder. El miedo causado por varios atentados contra su vida le hizo tomar una fatal decisión que dejaría una triste marca en la tradición Ninja.
El 3 de noviembre de 1581, Nobunaga invadió la provincia de Iga con 46.000 guerreros, cercando a un grupo de 4.000 Ninjas que se habían establecido en los alrededores del castillo de Hakuo, en la ciudad de Iga-Ueno. La batalla duró cerca de una semana, hasta que la resistencia de los Ninjas quebró y fueron pasados por las armas en su mayoría, torturados y hervidos vivos; pocos pudieron escapar, de entre ellos, el famoso Ninja Sandayu Momochi, disfrazado de Colono. Lo que provoco al fin y al cabo Nobunaga fue dispersar por todo el país a los pocos Ninjas que sobrevivieron, engrosando todos éstos en las filas de muchos Daimyos que demandaban sus servicios.
Un año después, Nobunaga fue asesinado por su traicionero general Mitsude Akeuchi, quien deseoso de acabar con su gran poder quiso destruir todo su ejercito, al frente del cual se encontraba un joven general llamado Tokugawa Ieyasu.
Tokugawa Ieyasu, más astuto y comprensivo que su Shogun Nobunaga, utilizó a los Ninjas de Iga, pudiendo escapar del ataque gracias a la ayuda de otro famoso Ninja llamado Hanzo Hattori. Una vez Tokugawa fue proclamado Shogun en 1603, reconoció los servicios prestados a Hattori nombrándolo Jefe de su Guardia Personal.
Durante el periodo Edo (1603-1868), las acciones de los Ninjas de Iga vuelven a usarse durante la revuelta de los cristianos en Nagasaki, donde ayudando a Tokugawa logran establecer accesos a las fortalezas enemigas, favoreciendo la victoria del Shogun.
En los tiempos que siguieron al Shogunato Tokugawa, los Ninjas se establecieron en las fuerzas policiales aportando en ésta sus bastos y efectivos conocimientos.
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